martes, 7 de febrero de 2012

Sonata



Sé de un árbol que se deshojaba de silencios
y de las madrugadas
sosteniendo un idilio de recuerdos.

También del viento que aúlla tocando la ventana,
sé de las mañanas
cuando el sol despierta a los pájaros y también a los demonios que 
transitan en la calle. 
Y de una bestia, que ríe, gime tan índigo como el cielo
tan azul como mis ganas. 

Sé de la piedra que pretende cruzar el espejo
sé de miradas que juegan a ser abismos,
y de voces calladas; que se escuchan pero nadie entiende. 

Y de la sombra que me acompaña besando el horizonte, 
sé de miradas que aún no conozco.
Y de un canto de agua que me regala la lluvia
 que adorna cualquier cielo de febrero.

Sé de las nubes que se diluyen cayendo la tarde.
Sé de la mano que toca la mejilla de la luna, 
y de su luz; una luz tan mortecina
como etérea.

Sé de un sonido que ladra en mi cabeza;
y de las notas que bailan solas frente a mis ojos
con la respiración entrecortada y que suben desnudándose,
frotándose entre ellas
y de un sabor que moja la piel.

Sé de ojos que deslumbran afilados
y de lenguas lamiendo estas palabras 
de salivas 
goteando tu nombre. 

Sé de un deseo que recorre el cuerpo como perro rabioso; 
y de un vaivén
que adorna cada ola del sendero.

Sé de un quizás; quizás tocando detrás de mi puerta. 


Alma E. Palma


1 comentarios:

  1. Como siempre maga, tus letras embriagan. Me queda la ilusión de tu último: "Sé de un quizás; quizás tocando detrás de mi puerta". Te abrazo!

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